Nunca se proclamó campeón de la estadística de criadores, sobre todo por la supremacía en aquel momento de la Yeguada Militar, con un número de efectivos inabordable, pero de su labor en la cría (tuvo su Yeguada Larzabal) salieron muchos campeones después de emprender operaciones arriesgadas y muy costosas, como por ejemplo enviar sus mejores yeguas a los sementales más cotizados del momento en Europa, como por ejemplo Tourbillon (recuérdese a Touragua o Tourbar), gracias a su amistad con Marcel Boussac, reconocido como uno de los más grandes criadores de la historia del PSI.
Su gran obra final fue Rheffíssimo, al que trató de vender de yearling, sin éxito, como el canadiense E. P. Taylor a Northern Dancer. No le gustaba, pero es que no le gustó a nadie y, por lo tanto, no pudo deshacerse de él. Fue afortunado, ya que terminó diciendo de él “no solo es el mejor caballo que he tenido, sino que es el mejor que he visto correr en España después de la guerra”.