
Su caso fue parecido al del conde de Villapadierna. Fue un propietario de una cuadra sólida, grande y de gran calidad (que terminó corriendo bajo la denominación de su yeguada, Ipintza), y un magnífico criador que reunió un excelente plantel de madres que han dejado huella posterior en las carreras españolas, aunque no se proclamó nunca campeón de España en esta categoría debido a la superioridad total durante todos aquellos años de la Yeguada Militar.
A pesar de eso, a quien ha producido caballos tan importantes en la historia de las carreras españolas no se le puede obviar. Encontró una yegua base extraordinaria en Trucial, madre de Nertal, Tokara, Tracia (madre de Aray) o Talma, y parte de su legado continuó dejando buenos nombres de ganadores en nuestras carreras gracias a otros criadores posteriores.